INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN SOBRE LA MEJORA EDUCATIVA. Por IRENE JIMÉNEZ REAL

De acuerdo con lo que hemos leído en algunos de los artículos publicados en el dossier de la asignatura de Sociedad, familia y educación del MAES de la UCA del presente curso, la sociedad está cambiando. Todo evoluciona a un ritmo vertiginoso y lo que pasó hace un minuto parece que ya ha dejado de tener relevancia.

Esto afecta a la escuela, y más directamente a los adolescentes que están dentro de ella. ¿Por qué? Pues bien, el alumno antes iba a clase y lo que el profesor contase podía ser más o menos interesante, pero era al menos una muy buena fuente de información. Hoy en día ya es más difícil que los niños vean a los profesores como esa figura que viene a enseñarles «la verdad». Estamos rodeados de multitud de fuentes al alcance de todos y esto llega a crear bastante confusión, haciendo que los adolescentes desconfíen de lo que el profesor les cuente, o que simplemente no lo escuchen puesto que piensan que toda esa información que está recibiendo pueden encontrarla ellos mismos también cuando quieran simplemente haciendo una búsqueda en internet.

El método tradicional se ha vuelto aburrido, y a los adolescentes no les gusta ir a clase para ser meros oyentes de lo que el profesor venga a contarles cada día. Ellos quieren participar, formar parte y entrar en una dinámica activa en la que puedan interactuar y compartir con el resto. Para esto existen multitud de técnicas, como pueden ser las de aprendizaje cooperativo, con las que hemos trabajado en clase y que pueden resultar bastante útiles en la docencia.

No obstante, creo que hay algo que nos estamos dejando atrás: ¿estamos preguntando a los adolescentes qué quieren aprender? O mejor: ¿cómo quieren aprender?

Os propongo, compañeros, que el día que lleguemos a conseguir la plaza y tengamos delante a los que son nuestros alumnos, les preguntemos, uno a uno, cómo quieren aprender, qué y sobre qué. Y que, en función de sus respuestas, diseñemos cada clase. Si la sociedad evoluciona, tenemos que estar a la altura. Quizá el problema no esté solo en las leyes educativas y esté también en nosotros mismos, como docentes, por no saber enfocar el problema de la forma más adecuada, porque no sabemos cómo hacerlo correctamente tampoco.

Se me ocurre implicar a los alumnos mucho más en las clases, pues al final como mejor se aprende es por experiencia propia. De esta forma probablemente descubran qué les gusta más y qué menos, y las asignaturas dejarían de ser algo que hay que aprobar y pasarían a ser vistas por todos como algo divertido, interesante y necesario para un buen desarrollo dentro de la sociedad.

Impliquemos a nuestros alumnos y que estos tengan voz junto a nosotros, que sean escuchados porque son ellos y su educación lo que nos importa. Definitivamente, creo que es la mejor solución para una real mejora de la educación. Y vosotros, ¿qué pensáis?

Os dejo también dos citas que me gustan mucho y creo que son buenas para reflexionar:

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.» (Nelson Mandela)

«El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras generaciones hicieron.» (Jean Piaget)